Hortus conclusus. El huerto cerrado es la exposición del proyecto de intervenciones artísticas organizado por Castel Ruiz, contextualizado en las XVIII Jornadas de Exaltación y Fiesta de la Verdura que acoge Tudela entre los días 27 de abril y 6 de mayo del presente 2012.

La exposición presenta una visión desde la creación artística contemporánea del hortus conclusus, en latín “huerto cerrado”, imagen del arquetipo del paraíso original en las tres religiones monoteístas. Un motivo que ha sido central en el arte, la literatura y la arquitectura de nuestra civilización desde la Edad Media hasta el Neoclasicismo, no menos que en las culturas judía e islámica, de las que recibió su influjo. Olvidado durante el Romanticismo y por la Modernidad, la arquitectura actual comienza a recuperar, renovándola, la tradición del hortus conclusus.

Con motivo de las Jornadas de Exaltación y Fiesta de la Verdura, el proyecto ha promovido el encuentro del arte contemporáneo con el hortus conclusus mediante la participación de tres artistas en la creación de otras tantas obras para la ocasión. Se trata de la arguedana Soledad Aragón, Víctor Santamarina, de Madrid, y el tudelano Rafael Munárriz.

Este reencuentro artístico aspira al redescubrimiento de Tudela de una tradición que ha estado presente a lo largo de su historia multicultural, según revela la presencia de tres ejemplos significativos de hortus conclusus: el claustro románico de la Catedral de Santa María la Mayor; el patio barroco de Castel-Ruiz, antiguo convento y colegio de la Compañía de Jesús; y el conjunto del patio y el huerto del moderno hotel Aire de Bardenas.

Los tres creadores invitados han realizado tres intervenciones, con carácter de instalaciones efímeras, en los tres testimonios de hortus conclusus que presenta Tudela.

La exposición Hortus conclusus. El huerto cerrado, si bien se halla enmarcada en el conjunto de las actividades culturales que enriquecen el programa de las Jornadas de Exaltación y Fiesta de la Verdura, prorrogará su exposición dos semanas más, desde el día 27 de abril y hasta el 20 de mayo, a fin de favorecer su difusión al público. 

INFORMACIÓN GENERAL

PARAÍSOS TERRENALES

Soledad Aragón

Patio de Castel Ruiz

Lunes a viernes: 9:00 – 21:00 Entrada libre (1 de mayo cerrado)

HORTUS REFLEXUS

Víctor Santamarina

Claustro de la Catedral de Santa María la Mayor

Lunes a viernes: 10:00 – 13:30 / 16:00 -19:00

Sábados: 10:00 – 13:30

Entrada: 1 €

ISLAS CULTIVO

Rafael Munárriz

Patio del hotel Aire de Bardenas

Lunes a domingo: 11:30 – 14:00 / 16:30 – 21:00

Entrada libre

EL CONCEPTO

El hortus conclusus o huerto cerrado ha sido un motivo iconográfico fundamental en las tres grandes culturas monoteístas, judía, cristiana y musulmana, a partir del común mito del paraíso terrenal descrito en el Génesis:

Formó Yahvé al hombre del polvo de la tierra y le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado. Plantó luego Yahvé un jardín en Edén, al oriente, y allí puso al hombre a quien formara. Hizo Yahvé brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar, y en el medio del jardín el árbol de la vida y el árbol del bien y del mal. Salía de Edén un río que regaba el jardín, y de allí se partía en cuatro brazos…

No obstante haber fundado el arquetipo primordial del Edén, las representaciones artísticas y arquitectónicas hebraicas sobre el huerto o jardín original fueron muy parcas a consecuencia de su dogma iconoclasta, así como de su historia nómada. Su legado fue eminentemente literario, a través de las bíblicas visiones del profeta Ezequiel sobre el jardín celestial, las alusiones a los legendarios jardines del templo de Salomón, y sobre todo la imagen del huerto cerrado en el Cantar de los Cantares.

Correspondió al Occidente cristiano medieval la evocación del jardín edénico en los claustros y patios de conventos, monasterios y catedrales. Un pozo o fuente central señalaba el eje del mundo, a imagen del jardín celeste, del que parten cuatro calles en dirección a los puntos cardinales, delimitando otros tantos parterres donde se cultivaban verduras, flores, plantas medicinales y árboles frutales de un preciso significado espiritual.

En ese ámbito simbólico, el huerto intramuros no tardó en convertirse en alegoría de la virginidad mariana, y por ende de la castidad de los religiosos enclaustrados, merced al célebre verso del Cantar de los Cantares en que el amante protagonista designa a su amada como huerto cerrado:

Hortus conclusus soror mea sponsa hortus conclusus fons signatus.

Huerto cerrado, hermana mía, esposa; huerto cerrado, fuente escondida.

El pasaje prosigue abundando en la metáfora del huerto o jardín, que culmina en la respuesta de la amada:

Tu plantel es un vergel de granados, de frutales los más exquisitos, de cipreses y de nardos;

De nardos y azafrán, de canela y cinamomo, de todos los árboles aromáticos, de mirra y de áloe y de todos los más selectos balsámicos.

Eres fuente de jardín, pozo de aguas vivas, que fluyen del Líbano.

ESPOSA: Levántate, cierzo; ven, austral. Oread mi jardín, que exhale sus aromas. Venga a su huerto mi amado a comer de sus frutos exquisitos.

Esa sensualidad hebraica recibió su interpretación más esplendorosa en el huerto-jardín árabe, que exploró todas las posibilidades sensoriales del huerto cerrado para recrear el Jardín del Más Allá coránico. Y sobre todo alcanzó una maestría incomparable en el empleo del agua en movimiento, representación del transcurso del tiempo, canalizada mediante estanques, albercas y acequias; técnicas que, extendidas al cultivo de los hortales, revolucionaron la agricultura de los territorios bajo dominio islámico.

Tras la reconquista cristiana, el humanismo renacentista revalorizó el significado literal de la voz hebrea edén, “delicia”, transformando la intimidad del casto hortus conclusus en locus amenus, un “lugar ameno” para el entretenimiento galante en palacios y castillos. La pintura, el grabado, la poesía y la incipiente novela situaron innumerables escenas, bien religiosas o profanas, en exuberantes jardines de las delicias. Ya el hortus conclusus se adornaba con exóticas especies de plantas, aves y peces procedentes de las Indias, recientemente descubiertas. Un mundo más ancho y ajeno exigía su propia representación, todavía simbólica: el huerto cerrado ya no sería la imagen del centro del mundo, sino un jardín panorámico ofrecido a las cambiantes perspectivas visuales de cada espectador.

El Barroco desequilibró definitivamente la balanza entre lo sagrado y lo profano con la conversión del hortus conclusus en extravagante “lugar de maravillas” del solaz cortesano. La reactiva vuelta al orden del Neoclasicismo aplicó su cientificismo al huerto cerrado con la introducción de invernaderos que darían origen a los jardines botánicos para el esparcimiento culto de la naciente burguesía. Pero el Romanticismo hirió de muerte al hortus conclusus, sustituyéndolo por un “jardín naturalista” no menos artificioso, para quedar olvidado durante la Modernidad. Hasta que la arquitectura actual ha comenzado a reinventar el hortus conclusus, ahora doméstico y urbano. ¿Nostalgia de una vida bucólica, o icono del autoabastecimiento en tiempo de crisis?.

LA EXPOSICIÓN

Hortus conclusus. El huerto cerrado es la exposición de un proyecto de proyectos. Así lo proclama el lema de la exposición desde el cartel anunciador:

3 hortus conclusus | 3 artistas | 3 intervenciones

Concretamente:

patio de Castel Ruiz | Soledad Aragón | Paraísos terrenales

claustro de la Catedral | Víctor Santamarina | Hortus reflexus

patio del hotel Aire de Bardenas | Rafael Munárriz | Islas cultivo

Se trata en todos los casos de instalaciones efímeras expuestas al aire libre, de modo que el cielo (habrá que temer que acaso la lluvia), el paisaje, o las cigüeñas que planean sobre Tudela, se incorporen a las intervenciones. Y a partir de la inauguración, también el público visitante.

Una pequeña pero muy valiosa porción del público ya ha intervenido en las instalaciones. Se trata de los entusiastas voluntarios culturales que han contribuido a la realización de las intervenciones. Ellos han tenido ocasión de acceder de primera mano a la experiencia estética no sólo de la contemplación de la obra, sino de la participación directa en su proceso creativo, disfrutando y padeciendo el procedimiento experimental de ensayo y error, codo con codo junto al artista creador.

La socialización cultural del proyecto ha sido, efectivamente, uno de sus objetivos originales. De ese modo el proyecto ha recabado el patrocinio empresarial, acorde con el carácter promocional de las Jornadas de Exaltación y Fiesta de la Verdura. Patrocinio que se ha concretado en la provisión material de los diversos elementos necesarios para las instalaciones, en ocasiones sin posibilidad de devolución, e incluso en sustanciosos descuentos sin contraprestación publicitaria en su adquisición. Todo un emocionante testimonio de apoyo en tiempos de la actual crisis económica y de la endémica crisis de la cultura.

La otra vertiente de la socialización cultural del proyecto es la extraordinaria colaboración de las sedes de las intervenciones, lideradas por Castel Ruiz: la Catedral y el hotel Aire de Bardenas, que acogen por vez primera manifestaciones de la creación artística contemporánea.

A partir de la inauguración de la exposición, y a lo largo de su exhibición, el proyecto continuará su desarrollo con la incorporación de contenidos textuales y gráficos vertidos en los sitios de Internet de las entidades participantes: Castel Ruiz, Palacio Decanal – Museo de Tudela y hotel Aire de Bardenas.